B.K.S IYENGAR: EL MAESTRO Y MI RETINA

Este artículo fue publicado en la revista Yoga Jwala (la revista de la Asociación Española de Yoga Iyengar) en el 2015. Lo escribí para relatar y compartir mi experiencia junto a Guruji en el instituto en Pune (India).

Lucía Suárez Espí

5/19/20226 min read

LAS MANOS DE GURUJI

Cuando a los 19 años de edad, sufrí un severo desprendimiento de retina en mi ojo izquierdo y tras comprobar que a pesar de numerosas intervenciones quirúrgicas, no solo perdí la completa visión en este ojo, sino que además tengo un principio de desprendimiento en mi ojo derecho, jamás pensé que hubiera nada que pudiera hacer, más que resignarme, agradecer que aún podía ver por el otro ojo, adoptar ciertos cambios y aprender a valorar la vida desde otra perspectiva, una mucho más optimista y relajada.

Así fue como, tras una visita de la profesora Devki Desai a Madrid, brotó en mí la idea de ir a visitar al Maestro BKS Iyengar a Pune, para ver si él tenía algo que decir al respecto. Al fin y al cabo, los médicos aquí tenían ya poco más que hacer. Sin pensarlo demasiado, arreglé todo para mi primer viaje a India el verano del 2013.

Al llegar allí y explicar la situación de mi ojo, enseguida todos en el Instituto me ayudaron y se preocuparon por atenderme de una manera excelente. Inmediatamente le entregué un escrito a Geetaji (hija de Guruji) explicando mi caso y, sentada en su mesa, me “recetó” una serie de estiramientos hacia delante, además de llevar en todo momento durante mi práctica vendada la cabeza.

Esta primera serie consistía en: Adho Mukha Virasana, Andho Mukha Svastikasana (cambiando los cruces), Janusirshasana y Upavisthakonasana, con intervalos de cinco minutos cada una. Luego continuaba con Adhomukha Svanasana en la cuerda en forma de “U”, Uttanasana en la plataforma, Pavana Muktasana en el banco y, para finalizar, Setubandha Sarvangasana. En todas las Asanas, Abhijata (la nieta de Guruji), siguiendo las explicaciones de su tía, me explicó que debía de sentarme sobre cierta elevación, y apoyar la frente sobre un banco bajo, en el que siempre debía de haber cierto soporte blando, con los codos apoyados y extendidos hacia los lados a la altura de la cabeza. Tanto las piernas y rodillas, como el vientre, las costillas y el pecho debían estar apoyados sobre algún soporte.

Dependiendo del asana y de la elasticidad del practicante, la altura de los soportes varía. En Pune me colocaron un bolster debajo de las nalgas, y pillows bajo las costillas. Bajo la frente y codos colocaba un pillow o manta. En un momento dado, Geetaji me pidió que aumentara la apertura de la pierna estirada en Janusirshasana, replicando que “mientras que tenga tensión en mis ingles, jamás podré relajar mis retinas”.

Al día siguiente Guruji me volvió a llamar, esta vez para darnos a todos, especialmente a sus alumnos profesores del instituto, una lección sobre cómo colocar la venda en estos casos, enojado porque “a él nadie le había tenido que enseñar éstas cosas y él, a su edad, tenía que seguir haciéndolo personalmente”. Y así se senté delante de él y me ató con maestría la venda. “Debe de estar doblada dos veces a lo largo, y se empieza con un extremo en el occipital, justo en el centro, a la altura de los ojos y, tras la primera vuelta, se anuda”, explicó. A partir de ahí se enrolla el resto de la venda, con una ligera presión (no muy apretada). “Ha de quedar justo por encima de las cejas, sin llegar a cubrirlas, y paralela al suelo, desde el occipital hasta la frente, no inclinada”, añadió. Por supuesto se me prohibió hacer Sirsasana o cualquier asana que me provocara demasiada presión en la cabeza.

Tuve que aprender a conectar con mi cuerpo a otro nivel, a localizar la zona de mis retinas y saber cuándo están relajadas o en tensión. Lo aprendí a través de las asanas de la mano de Guruji, pero me ha ayudado a dominar ese control y así cuando ando por la calle, hablo con la gente y juego con mis sobrinos o practico regularmente, siempre tengo presente esa acción, y soy consciente cuándo, por alguna razón, creo tensión en esta zona.

Tras el primer viaje a India dejé de utilizar los medicamentos que necesitaba mi ojo, ya que la circulación no fluía correctamente y la tensión ocular se mantiene estable. El avance del deterioro en mi ojo derecho se ha detenido completamente.

Gracias de todo corazón a Guruji, a Geetaji y a Abhijata, que me han dado esperanzas y han cambiado radicalmente mi calidad de vida y mi salud. Gracias a mi profesora Monchi Nozaleda, por abrirme las puertas del Yoga. Y gracias a mi doctor de aquí en España. Ha sido un gran aprendizaje que nunca hubiera tenido lugar sin vuestro apoyo

Gracias

Ese mismo día Guruji vino a supervisar la clase. Enseguida se acercó a mí y me reprendió porque, al parecer, tenía demasiada altura bajo las costillas (lo que me enseñó a que hay que observarse en la postura y después añadir el soporte necesario, a pesar de que la misma Geetaji o Abhijata te coloque tal soporte, pues solo tú puedes sentir exactamente el asana y su acción). Él mismo disminuyó la altura del soporte e incorporó una pesa de cinco kilos justo encima del occipital, lo que hace que el peso caiga a la altura de mis ojos, y disminuya la continua tensión que estos sufren.

Al terminar éstos estiramientos hacia delante, me dirigía a las espalderas para entrar en Adhomukha Svanasana en las cuerdas, siempre con una manta en las ingles “si no relajas las ingles, nunca podrás relajar las retinas”, repitió Geeta. Colocaba los pies sobre las plataformas, con los talones sobre la pared, y la cabeza sobre una silla con manta o bolster, dependiendo de la altura del resto de los soportes. Después ponía un banco bajo sobre la plataforma principal de Pune para hacer Uttanasana, con una manta bajo la frente y otra bajo las caderas, para mantener una correcta elevación de las nalgas y el vientre y la cabeza relajados. Tras un intervalo de otros cinco minutos, me colocaron en Pavana Muktasana en el banco, con dos bolsters escalonados bajo en vientre y el pecho y mantas para la cabeza y el pecho, también con los codos apoyados a los lados de la cabeza.

Guruji se interesó por la serie que Geetaji me había indicado, y quiso añadir Sarvangasana y medio Halasana en el banco. Para Sarvangasana colocaba un bolster bajo los hombros y un pillow bajo el occipital, ya que, como también me explicó el Maestro, mis ojos siempre debían estar más altos que las mejillas, creando un giro circular de la cabeza hacia el pecho. Acción que he de mantener en todas las posturas posibles. Después de un rato hacía Eka Pada Sarvangasana en dinámico, alternando las piernas. Con ese mismo ajuste en hombros y cabeza, me dejaba caer hacia el banco en medio Halasana, colocando los dedos de los pies sobre éste. Los brazos se extienden con los codos doblados a los lados de la cabeza, bajo el banco. Finalizaba la serie con Setubandha Sarvangasana en el banco, una vez más ajustando los hombros y la cabeza para conseguir la misma inclinación que en las posturas anteriores. Aquí también incorporé una ligera pesa sobre mi frente, acentuando la caída de la frente hacia las mejillas y el pecho.